Taller Alquimia de Plantas

“Las hierbas había que recogerlas antes de los meses tórridos, al alba, a la hora exacta en que la fuerza ascendente del suelo perla sus diamantes en el fondo de los cálices”

 

“Los pequeños seres de la Naturaleza decían: “lo que os ha traído hasta aquí no son vuestros pasos sino un deseo único de amor. Amor, eso es lo que debéis ser. Amor para que vuestros ojos puedan vernos. Dejad que fluya de vuestros corazones un chorro de luz y veréis como se abren las puertas de nuestro mundo.

 

Tejemos a nuestro alrededor unos velos cada vez más espesos y trabajamos en silencio. y así ocurre, hermanitos, que vosotros los hombres alimentáis la Tierra por un lado y nosotros por otro. Nosotros somos, en cierta forma, los que hacemos que suba la savia, que brillen las hojas y que madure los frutos. 

 

Y dejadnos deciros a poco que podamos…. que vuestro sol es el mismo que el nuestro. Y que nuestras almas se unirían a las vuestras si aceptarais la vida que tienen.

 

El que se alimenta de nuestros cuerpos ignorando a nuestras almas retira de sí una parte de su propia vida. Decídselo a vuestros hermanos, los hombres…. Pues debéis saber que somos más de lo que somos, somos más que la flor amada por el viento y el Sol, más que el tallo que os ofrece su madera, más que la raíz que mezcla la tierra y el agua, más que el alimento que os asegura vigor o la materia en la que talláis las formas. Nosotros somos también, y tal vez sobre todo, ese lado de la vida tras el que os refugiáis… pues os sentís hasta tal punto más grandes y más fuertes que todo eso porque se os concedió el obsequio de poder elegir. Poder elegir, no solo los caminos por los que uno avanza, sino también el riesgo de olvidar, de olvidarse uno así mismo. Ninguna herida es una pérdida de tiempo en la gran memoria de los espíritus que despiertan, pero podrían evitarse muchas de las que se hacen a la vida. 

 

No es nuestra vida lo que protegemos, ni siquiera el desarrollo armonioso de nuestro cuerpo, es más que todo eso. Se llama Comunión. Si la raza de los hombres no tiene el sentido de la Comunión, se disgrega, se aísla en la fortaleza de su superioridad. 

 

Tomad la fuerza de nuestros cuerpos y la de nuestras almas, os las ofrecemos. Pero no creáis dominarlo todo, porque en ese caso os esclavizáis. La Vida nos ha puesto a vuestro servicio, pero no olvidéis que también vosotros estáis al servicio de la Vida. Así pues, todos estamos al servicio de todos, y seguiría estando bien de ese modo si la raza de los hombres tuviera la grandeza de la humildad. Nosotros no conocemos vuestra moral, ignoramos prácticamente todo de ese concepto porque nuestra vida no está sometida a lo que vosotros llamáis civilización. Nuestro mundo conserva la permanencia del Amor y no conoce el arrepentimiento, ni el juicio ni la sanción. Bebemos en la fuente misma del Amor y podemos indicaros, a nuestra manera, el camino. No veáis en estas palabras una acusación, sino más bien una llamada a la grandeza, pues comprender que no se camina solo es ser verdaderamente grande” 

 

No os ocupéis de saber con más detalle quiénes somos ¿Os serviría acaso para ser mejores? ¿Amaríais más a la Tierra? Por último, procurad no caer en la trampa del orgullo, ni en la del poder, ni en la de la sombra de amor, ni en la de lo que vosotros llamáis inteligencia.

 

Lo que la Vida pide es el pistilo de vuestro corazón y reconoceréis sin duda que es lo que, desde toda la eternidad, vuestro corazón desea saber dar


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